Debido al aniversario de San Ignacio el pasado 31 de julio, nuestra comunidad realizó la “Novena” a este santo, visitando algunos hogares de la zona de Bajo Llojeta. Esta Novena tuvo como objetivo, conocer un poco mejor la vida de San Ignacio, con la intención de imitar sus virtudes y santidad, y, reflexionando cada a día cómo las experiencias vividas por él, se asemejan a la realidad actual de muchas personas.
En las oraciones escritas por San Ignacio, resalta su actitud de “entrega completa” a la voluntad de Dios; rescatamos un fragmento de una de ellas: “Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer”.
La noche del sábado 4 de agosto se celebró una Eucaristía especial en nuestra capilla, recordando su aniversario, al finalizar ésta, toda la comunidad salió en procesión, por calles aledañas al templo, con la imagen de San Ignacio mientras se acompañaba con alegres cantos.
Después, alrededor de una fogata, la comunidad se reunió a compartir un momento muy fraterno, con la participación de números de comedia y musicales, a cargo de varios miembros de nuestra iglesia.
¿Quién fue San Ignacio de Loyola?
Sus padres lo bautizaron como Íñigo. Nació en 1491 en una provincia española. Era el menor de 13 hermanos.
Íñigo se convirtió en militar. Y, cuando tenía 30 años, mientras defendía como soldado la fortaleza de Pamplona contra los franceses, recibió una bala de cañón que le hirió gravemente una pierna. Para recuperarse le aplicaron más de una operación sin anestesia, “sin que él emitiera ninguna queja”.
Aunque mejoró, quedó cojo, pero este aparente hecho negativo cambiaría su vida para siempre...porque mientras se aburría recuperándose inmóvil en un lecho, pidió que le llevaran novelas de caballería para leer, y, como no había ninguna en el castillo de Loyola, comenzó a leer sobre la vida de Cristo y sobre los santos. Entonces se dio cuenta que, después de leer estos textos, quedaba en paz y satisfecho.
Ese fue el inicio de su conversión. Y pasó a la historia como el fundador de la orden religiosa denominada la Compañía de Jesús.
Uno de sus amigos escribió: "Ignacio siempre se inclinaba al amor; es más, parecía que era todo amor, porque era amado por todos universalmente. No había nadie en la Compañía que no sintiera un gran amor por él y no se considerara amado por él."